lunes, 11 de septiembre de 2017

Recriminarse a uno mismo

A veces pensamos que está en nuestra mano solucionar lo que en verdad no depende de nosotros...

«No seas tan dura contigo misma» me dijo un querido amigo el otro día, y pensándolo bien tenía razón estaba juzgándome muy duramente.

Me sentía triste, me siento triste... me he dado cuenta de que me he pasado la vida intentando acercar posturas de unos y de otros,  desgastándome  yo para, al final, no conseguir nada...
Y es que no podemos solucionar la vida de los demás, cada uno toma sus propias decisiones movido por sus propias percepciones y por más que nos empeñemos no conseguiremos que coincidan con nuestros deseos, ni enfoques, algo que además de altamente improbable, sería poco saludable ya que no son nosotros...
y a pesar de que nuestros movimientos sean en pos de su felicidad tampoco es seguro, lo que a uno le produce satisfacción y felicidad no tiene porqué producirlo a otro, y en consecuencia lo que uno cree que es bueno para otro queda en interrogante que en verdad lo sea.

A veces intentamos pintar las cosas de manera que resulten más gratas a la vista de las personas que queremos y nos importan, para allanar caminos, acercar posturas y facilitar relaciones, y tal vez consigamos que superficialmente todo funcione, pero de una manera ficticia ya que el otro, generalmente, en su interior no cambia de idea, en algunas ocasiones, lo único que si hace es, pensando en ti a su vez,  regalarte lo que tu quieres recibir....y en otras ni siquiera se da cuenta de que la historia va con él... 

Un laberinto de idas y venidas...

Y tú sin ser consciente de que estás en ese laberinto, te tranquilizas a ti misma con una palmadita en tu espalda pensando que has conseguido algo, que tus esfuerzos han dado fruto...y te quedas en ese mundo que has creado, a tu medida, pero que no es real...
Y cuando ves que nada se soluciona , que la incomprensión permanece, que se malinterpretan tus intenciones, te preguntas el para qué de tanta lucha, incluso de tantas lágrimas, y te sientes impotente e inútil, y te cuestionas a ti misma juzgándote con rabia...

Y cuando consigues respirar profundamente, asomarte al balcón y mirar con distancia,  te das cuenta de que no puede uno culparse hoy por algo que hizo ayer, y cuyas consecuencias desconocía...y máxime cuando lo único que pretendía era construir en positivo...
que las decisiones de los demás son sus decisiones y por ello merecen un respeto, que cada uno se pone en su propio sitio y que hay muchas situaciones que no está en tu mano solucionar.

«El futuro sólo se adivina cuando uno llega al presente» 

Lo cierto es que cuando se está tranquilo con uno mismo, se ha de dejar fluir la vida, la propia y la de los demás y que cada una transcurra por el cauce que deba de hacerlo... 

Con intentar encauzar nuestro propio camino ya tenemos bastante, y no somos quienes para decidir lo que debe sentir o dejar de sentir nadie por mucho que le queramos.

El pasado no construye futuro muy al contrario, en ocasiones, lo que puede es paralizar el presente.

De mis hechos pasados solo puedo decir que actué de corazón y en consecuencia no me culpo ni me recrimino, lo creí y por ello lo hice, así sin más,  bueno añadiría que  siempre con amor... o eso intenté...

Hoy, he aprendido, dejo fluir... y que la vida haga camino.

(Del futuro no me olvido ya que el futuro siempre será hoy solo que seguramente en ese "hoy" habré crecido, en todos los sentidos, o eso espero algo más).




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario me ayudará a crecer. Gracias!